lunes, 2 de noviembre de 2015


NUTRIENTES BÁSICOS PARA EL BUEN FUNCIONAMIENTO DEL ORGANISMO

Una dieta balanceada debe cumplir ciertos requisitos: debe ser suficiente, completa, armónica y adecuada.

Cantidad: La cantidad de los alimentos debe ser suficiente para cubrir las exigencias calóricas del organismo y así mantener el equilibrio de su balance.  Si no es suficiente se corre el riesgo de desnutrición y si es excesiva de sobrepeso u obesidad.

Calidad: La alimentación debe ser variada e incluir todos los grupos de alimentos para asegurar que se está aportando todos los nutrientes al organismo para su buen funcionamiento.

Armonía: las cantidades de los diversos grupos de alimentos deben guardar una proporción entre sí.

Los distintos grupos de los alimentos no deben administrarse sin una adecuada proporción porque si bien se puede suprimir el hambre se corre el riesgo de deficiencia o exceso de algún alimento. Para lograr una relación armónica en las cantidades de nutrientes el aporte de las calorías debe ser distribuido así: 50-60% de carbohidratos, 10-15% de proteínas y 25-30% de grasas, estos nutrientes los encontramos en:
·      Cereales, leguminosas y verduras harinosas
·      Vegetales y frutas
·      Productos de origen animal
·      Grasas u azucares
Adecuación: La alimentación debe satisfacer todas las necesidades del organismo y debe adaptarse al individuo que la ingiere, dependiendo de sus gustos, hábitos, tendencias y situación económica. En el caso de ser una persona enferma, se tendrá en cuenta el estado del aparato digestivo, daño de órganos y momento de la enfermedad.
La armonía de los alimentos debe ser en función de: 
·      La proporción que deben guardar los grupos de alimentos 
·      La presentación de los alimentos en el plato para que a la persona le sea fácil y placentero consumirlo
Tomar en cuenta que para que el alimento debe ser agradable a la vista, al paladar y al olfato.
Los colores de los alimentos  tienen una función protectora en el organismo y deben ser tomados en cuenta:
AMARILLO: Los flavonoides junto con los carotenoides del color amarillo y de sus matices, son muy importantes para combatir las inflamaciones crónicas y protegen de las micro lesiones del endotelio (tejido que recubre la pared interna de los vasos sanguíneos). Los  alimentos ricos en esta substancia son los pimientos amarillos, las zanahorias, las calabazas, papaya, mango y kiwi.
AZUL: los pigmentos antocianos, (antocianina) cuya gama de colores va del rojo al violeta o azul tienen una función protectora contra la carcinogénesis (contribuyen a reducir la transformación maligna de las células) además, crean una especie de película protectora sobre las arterias y los capilares, y contribuyen a reducir la formación de placas ateromatosas. Ejemplo, las berenjenas, los arándanos y  la col lombarda.
El pescado si es azul (de mar), contiene ácidos grasos omega 3 conocidos por sus propiedades antioxidantes.
ROJO: frutos rojos, tomates y zanahorias son ricos en carotenoides responsables junto con los antocianos y los polifenoles de los matices de color que van del amarillo al rojo. Desempeñan una importante acción antioxidante y protectora de la piel.
Las carnes de color rojo tienen un contenido de grasas saturadas mayor que la carne blanca y no existen diferencias en cuanto al contenido de proteínas y hierro por lo que se recomienda no consumir más de dos veces por semana. 



RELACIÓN ENTRE ENFERMEDADES CRÓNICAS, ALIMENTACIÓN Y NUTRICIÓN

Las enfermedades crónicas son afecciones de larga duración, no contagiosas  y, en parte, evitables.

Son la primera causa de muerte en el mundo y suponen una mala calidad de vida para las personas que las padecen, especialmente enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la osteoporosis. El ejercicio físico y una mejor alimentación pueden contribuir a reducir el riesgo de padecer dichas enfermedades.




Obesidad, sobrepeso y nutrición: El sobrepeso y la obesidad afectan cada vez a más adultos, adolescentes y niños de todo el mundo.
Ciertos tipos de alimentos y hábitos alimenticios como no tener horarios fijos de comida y consumir grandes raciones de alimentos a la hora de comer, consumo elevado de comidas grasosas o con azucares añadidos y comer fuera de casa pueden contribuir a la aparición de sobrepeso y obesidad.
Se ha demostrado que hay muchos factores que ayudan a prevenir la obesidad:
·      El ejercicio físico regular
·      El consumo adecuado de fibra alimentaria: las porciones de frutas y vegetales diarias, consumir más cereales integrales (pan, arroz y pastas), aumento del consumo de legumbres (frijol, lentejas garbanzo) todo esto en proporciones adecuadas a la actividad y sexo de la persona.
·      Limitar el consumo de alimentos con grandes cantidades de grasa, azúcar o harinas refinadas.

Diabetes y nutrición: la diabetes es una enfermedad relacionada con una hormona denominada insulina.
La diabetes tipo 1 se produce cuando el cuerpo no es capaz de producir insulina
La diabetes tipo 2 es mucho más frecuente y se produce cuando el cuerpo no es capaz de responder adecuadamente a la insulina. La diabetes si no se controla adecuadamente puede dar complicaciones graves como la ceguera, daño renal y enfermedad cardiovascular o accidente cerebrovascular. En el caso de la diabetes tipo 2 la alimentación y cambios de estilo de vida son importantes para prevenir y tratar la enfermedad.
El exceso de grasa en el abdomen puede contribuir a desarrollar resistencia a la insulina, una afección que está presente en la mayoría de los casos de diabetes tipo 2. Entre las posibles medidas están: mantener un peso saludable, realizar una hora de ejercicio físico moderado (caminata, con calzado adecuado) la mayoría de los días de la semana, consumir suficiente fibra procedente de frutas, verduras y cereales integrales, y limitar el consumo de grasas


Enfermedades cardiovasculares: los cambios en el estilo de vida han contribuido al aumento de las enfermedades cardiovasculares. Los factores de riesgo como la mala alimentación, la falta de ejercicio y el consumo de tabaco se acumulan con el tiempo, aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Se ha demostrado que algunas grasas alimentarias, sobre todo las que se encuentran en productos lácteos sin descremar, la carne roja grasosa y los aceites hidrogenados (algunas margarinas), aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Otras grasas alimentarias como el aceite de soja y girasol, pueden disminuir este riesgo. El aceite de pescado (que se encuentra en los pescados grasos) también es beneficioso.
Un consumo elevado de sal puede aumentar la presión arterial y el riesgo de padecer accidentes cerebro vascular (derrame cerebral) y enfermedades coronarias, mientras que una alimentación rica en fibra y cereales integrales puede reducir el riesgo. Una dieta rica en fruta, verdura y pescado contribuye a mejorar la salud cardiovascular. El consumo de alcohol y el hábito de fumar deberían evitarse para prevenir los riesgos de estas enfermedades.

Cáncer: según los estudios se calcula que los factores alimentarios son causa de un tercio de los casos de cáncer, lo que convierte a la alimentación en la segunda causa de cáncer teóricamente evitable, tan solo por detrás del tabaco. El riesgo de padecer cáncer puede incrementarse por factores como la obesidad, el consumo elevado de alcohol o carnes en conserva y la falta de ejercicio.
Ciertos tipos de cáncer: cáncer colono rectal, cáncer de páncreas, cáncer de mama y de próstata, están relacionados con ciertos aspectos de la dieta y la obesidad.
Para reducir el riesgo de padecer de determinados tipos de cáncer hay que mantener un peso saludable, haciendo una hora de ejercicio diario (caminatas a paso rápido), limitando el consumo de alcohol y sal, consumiendo una cantidad de suficiente fruta y verdura.

En conclusión las enfermedades crónicas son evitables en gran medida si se lleva un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada y la practica regular de ejercicio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece ciertas pautas para una alimentación
·      El consumo total de grasa debería representar del 15 al 30% del aporte energético total de la alimentación.
·      Los azucares libres, como los presentes en los refrescos y en muchos alimentos procesados, deberían representar menos del 10% del aporte energético total de la alimentación.
·      Nuestra alimentación debería contener al menos 400g de fruta y verdura al día.
Por lo general, un estilo de vida que combine ejercicio físico y alimentación variada es la mejor manera de reducir el riesgo de padecer enfermedades crónicas.


BENEFICIOS DEL OMEGA 3
¿Qué son los ácidos grasos Omega-3?
Los ácidos grasos omega-3 son un tipo de grasa poliinsaturada, y se consideran esenciales porque el cuerpo no puede producirlos. Por lo tanto deben incorporarse a través de los alimentos, tales como el pescado, los frutos secos y los aceites vegetales como el aceite de canola y girasol.
Hay tres tipos de omega 3:
Acido alfa linolénico (AAL): sus fuentes son, canola, soja, nueces y semillas de lino
Acido eicosapentaenoico (EPA): pescados aceitosos, arenque, caballa, salmón y sardina
Acido docosahexaenoico (DHA): pescados aceitosos, arenque, caballa, salmón y sardina
Por lo tanto cuando nos referimos al omega-3 que se encuentra en los pescados nos referimos al EPA Y DHA.
Las funciones en nuestro organismo de estos ácidos grasos son:
 EPA es un precursor de la prostaglandina-3, sustancias que cumplen diversas funciones como la presión sanguínea, la coagulación de la sangre, la respuesta inflamatoria alérgica y la actividad del aparato digestivo.
DHA, es un acido graso omega-3 que es un componente principal de la retina humana (en el ojo), el esperma y la corteza cerebral (en el cerebro).
Muchas autoridades sanitarias de todo el mundo aconsejan a las personas consumir mucho pescado azul o tomar suplementos, debido a sus supuestos beneficios para la salud, los estudios en los últimos diez años han producido resultados mixtos respecto a los beneficios de la ingesta dietética de los aceites de pescado. Esto quiere decir que algunos estudios avalan su consumo en grandes cantidades y otros no.
Ante esto, ¿qué deberíamos hacer?  Como se ha explicado el omega-3 es un acido graso esencial que no produce nuestro cuerpo y debemos consumirlo porque tiene diversas funciones en nuestro organismo, tratar de consumir por lo menos dos veces por semana carne de pescado y el recomendable es el pescado de mar o azul (fuente de EPA Y DHA), si esto no fuera posible el utilizar un suplemento que contenga en proporciones adecuadas estos dos ácidos grasos esenciales.
Las enfermedades cardiovasculares se relacionan directamente con la composición de la dieta y especialmente con la de la grasa.  Los diferentes tipos de gras dependen de los ácidos grasos que la componen y los ácidos grasos poliinsaturados (AAL, EPA Y DHA), podrían conllevar a un beneficio para la salud cardiovascular, además de la actividad física regular, el consumo de frutas y verduras, de cereales integrales y lácteos descremados.
Los otros ácidos grasos esénciales son el omega-6 y omega-9 pero debido sus fuentes vegetales por lo general están presentes en la dieta (canola, girasol, almendras y oliva)
Recordar que  no hay una capsula “mágica” que resuelva todo, es un conjunto de factores que pueden beneficiar nuestra salud.
  

Dra. Ana Elizabeth Lemus B.
Médico y Cirujano general
MSC. Nutrición y Alimentación
Experta en  tratamiento de obesidad y problemas metabólicos
Tel. 23610269-70




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