Iniciemos
con una definición o idea general de la palabra Coaching según la ICF
(International Coach Federation) "El coaching profesional consiste en una
relación profesional continuada que ayuda a obtener resultados extraordinarios
en la vida, profesión, empresa o negocios de las personas. Mediante el proceso
de coaching, el cliente profundiza en su conocimiento, aumenta su rendimiento y
mejora su calidad de vida". Esta definición demuestra el impulso y la
seriedad del caso de cuando en nuestra empresa hablan de un proceso de Coaching, pero ¿qué pasaría si
encontramos otros ámbitos para desarrollarlo? Es decir, sabemos y ubicamos
estos términos en aspectos y ambientes laborales, pero, ¿qué pasa si lo
utilizamos en casa? Con nuestros hijos.
Por
definición el término Coaching es un anglicanismo que proviene de la palabra en
inglés Coach que significa
“entrenador” y la terminación ING,
que le brinda esta calidad de acción que se encuentra realizando, que está en
constante movimiento y actividad constante. En cada sesión de Coaching, el
cliente elige el tema de conversación y es el encargado de proponer el rumbo de
la conversación, mientras que el Coach observa, escucha y aporta mediante
preguntas claves y concisas referentes a la planificación de las actividades
propuestas o bien, aclarando los hechos. Este proceso ha sido utilizado muchas
veces en diferentes ámbitos del desarrollo humano a nivel institucional y a
nivel grupal, la mayoría de veces con resultados muy buenos y de gran calidad.
Bueno,
ahora que tenemos esta idea referente al proceso de acompañamiento,
comparémoslo con una situación cotidiana con nuestros hijos, tendremos un
cuadro muy prometedor al respecto. ¿Podemos hacerlo con todos nuestros hijos?
Al final cada uno es diferente, ¿nos
aportará puntos clave de apoyo con quienes lo practiquemos? Las problemáticas
son tan diferentes, ¿lograremos captar la atención de nuestros hijos? Los
intereses son tan variados. Las respuestas a todas y otras preguntas al
respecto del tema es: ¡SI! un rotundo ¡SI!, cada ser humano es diferente en
tantos aspectos y con una gama tan grande de peculiaridades que probablemente
consideremos iluso considerar un método sencillo y fácil de aplicar como una
respuesta para nuestros hijos y su personalidad tan diferente uno del otro.
Pero al final ¿Quiénes conocen mejor a sus hijos que sus padres?
Antes
de brindar estos sencillos lineamientos, es importante considerar la importancia
del tiempo de calidad, seguramente por la vida cotidiana que nuestra generación
está experimentando, por el alza de la canasta básica, el alza de los productos
de consumo primario, las actividades extracurriculares de los hijos, y muchas
otras cosas más, sea difícil tomar un tiempo para llevar a cabo estas sencillas
prácticas, vemos acá el tiempo versus trabajo cotidiano y actividades
recreativas. Muchas veces en un Coaching, el cliente no sabe que se está
llevando un proceso de Coaching, esto puede ser de mucha ayuda.
Les planteo un
escenario: Luego de la hora de salida del colegio de uno o varios hijos, se
encuentran con el conocido tráfico del Boulevard Liberación en quincena o fin
de mes y deben atravesarlo para llevar a sus hijos a las clases de natación,
estamos hablando de ¿Cuánto tiempo? ¿Tal vez 45 minutos, 1 hora? ¡Este es un momento
crucial para realizar esta intervención! Lo único que necesitan los padres es
tener buena comunicación y objetivos claros establecidos, por ejemplo,
enseñarle a mi hijo la importancia de tener orden en la casa y su cuarto,
mostrarle a mi hija la manera adecuada de pedir respeto, comprobar con mi hijo
mayor que distingue la diferencia entre amigo y compañero de colegio y
cualquier ejemplo que surja en el andar; la mejor manera para hacer esto es
mostrando ejemplos que ellos puedan comprender y que sean familiares para que
no sientan que se les está regañando o señalando, en algunos casos pueden ser
ejemplos sin nombres que tienen implícito el nombre de sus hijos. Claro que en
varias ocasiones es necesario nombrar a cada hijo o hija por su nombre completo
para llamar su atención.
Muchas
veces los padres pasan por alto los momentos de enseñanza a sus hijos, estas
pequeñas ventanas que en ocasiones dejamos pasar por alto, desaprovechan la
oportunidad de edificar, cuando un niño tiene rutinas y encargos, estructura su
mente, ordena sus ideas y logra repetir esta práctica en otras actividades que
realice. Y estas oportunidades las tenemos día con día, es cuestión de ser
observadores y saber actuar con determinación en vías de educar y no de
transmitir conocimiento únicamente. Cuando un hijo tiene una responsabilidad en
casa, se siente importante y nota que su intervención es relevante para las
otras personas de su hogar, si su responsabilidad es colocar los platos antes
de comer, comprende que la importancia de su tarea radica en comer tranquilo
versus correr antes de que la comida llegue a la mesa. Los pequeños hábitos
hacen la diferencia, en el diario correr matutino durante la semana de trabajo
y semana escolar, pueden dificultar la realización de las mismas, pero los
fines de semana son el momento ideal para aprovechar estas “actitudes
responsables” por parte del “cliente”. La apropiación de ciertas rutinas son
considerados como buenos hábitos, buenas costumbres, pero los padres deben
utilizar los momentos de Coaching para reforzar estas conductas, en estos
momentos se abordan las razones por las cuales las rutinas en el hogar son tan
importantes, y si la edad lo permite, hacer referencia a la trascendencia de
estos actos en la vida de cada uno.
El
coaching acelera el avance de los objetivos del cliente, al proporcionar mayor
enfoque y conciencia de sus posibilidades de elección. El coaching toma como
punto de partida la situación actual del cliente y se centra en lo que éste
esté dispuesto a hacer para llegar a donde le gustaría estar en el futuro,
siendo conscientes de que todo resultado depende de las intenciones, elecciones
y acciones del cliente, respaldadas por el esfuerzo del coach y la aplicación
del método de coaching.
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