LA FAMILIA EN LA SOCIEDAD
DEL RIESGO
Eddy Amilcar Morales Mazariegos.
Sociólogo-Criminólogo
Hoy en día se conocen muchos aspectos sobre los riesgos que la familia debe
enfrentar en la sociedad actual, entre
estos: el abuso de sustancias nocivas a la salud (drogadicción, alcoholismo,
tabaquismo, etc.), contaminación ambiental, diferentes tipos de violencia o de criminalidad,
entre otros. Como resultado de una serie de investigaciones sociológicas se ha
llegado a conclusiones que revelan que, cada vez la familia como núcleo
principal de la sociedad, se encuentra en riesgo, principalmente en lo
referente al consumo de sustancias nocivas, por lo que, en el presente artículo
se tratará de los factores de riesgo que intervienen.
Según algunas investigaciones sociológicas los factores de riesgo pueden
dividirse en dos grandes categorías: la primera contempla los factores exógenos
o sea los aspectos sociales y culturales, es decir, el contexto en que se mueven
los integrantes de cada familia, particularmente, los miembros jóvenes; la
segunda son aquellos factores endógenos que son propios de cada persona y de
sus relaciones interpersonales (familia, escuela, compañeros).
Los factores exógenos, en éste caso, se fundamentan en las leyes y normas sociales
que dicta la sociedad y que pueden, favorecer el consumo de sustancias nocivas,
tal es el caso de gobiernos que no imponen restricciones al comercio de dichas sustancias
como es el caso de las bebidas alcoholicas o del tabaco, o el fácil acceso a la
compra de drogas en las calles, en las escuelas, etc., todo dependerá del establecimiento
y cumplimiento que se haga de la ley. Otros factores que incrementan el riesgo
son: la marginación social, la pobreza extrema, el enriquecimiento ilícito, el
incremento de la pérdida de principios y valores sociales, y otros que se
asociación a la delincuencia. Sin embargo, no se debe criminalizar la pobreza,
porque el hecho de ser pobre no implica ser delincuente sino que constituye un
riesgo latente, ahora bien, cuando la pobreza es extrema y se asocia con
trastornos de conducta del joven, entonces aumenta el riesgo de convertirse en alcohólico
y a otras adicciones.
En la Sociología se utiliza el concepto de socialización para explicar “el
proceso según el cual, los individuos
aprenden e interiorizan los valores y normas de la cultura en que les ha tocado
vivir, convirtiéndose, idealmente, en personas socialmente competentes”
(Garvía, R., 1988). Existen dos tipos una primaria y otra secundaria, la
primera se da en los primeros años de la vida de un individuo, ésta es la más
importante, y la segunda se da en la relación entre el grupo de pares (compañeros), y los agentes de
socialización son: la familia, la escuela, los grupos de iguales y los medios
de comunicación. Por lo tanto, una deficiente socialización primaria en la
familia, podría dar origen al consumo de sustancias nocivas. Por ejemplo: el hábito
o el abuso del consumo de alcohol, del tabaco o de drogas en algún o algunos miembros
de la familia duplica la probabilidad de que el niño al llegar a joven inicie a
consumirlos. Sin embargo, el proceso de socialización influye sobre el
individuo, pero no determina las conductas o las expectativas de los
individuos. En el caso de un hermano mayor o un amigo, con su ejemplo puede
neutralizar el modelo de un padre con adicción al consumo de alcohol, tabaco o drogas,
debido a que en muchos casos los hermanos mayores y los amigos tienen mayor
influencia que los padres, tanto en el uso como en el no uso de sustancias
nocivas. Estudios han demostrado que existen factores de riesgo que influyen
más que otros, tal es el caso de la pérdida o la inconsistencia de las normas
educativas familiares, la falta de disciplina, o bien el excesivo
involucramiento en la educación de un niño por parte del padre, o el
distanciamiento y permisividad.
Algo muy interesante, en los estudios realizados ha sido constatar que las
técnicas de control empleadas por la madre son más efectivas que las que
utiliza el padre en la vigilancia hacia los hijos ya que influyen en la
conducta responsable que se espera de ellos y que conducen a un menor uso de sustancias
nocivas, lo contrario a aquellas que tienen un sentimiento de culpa o en sus
formas de control.
Así también, está demostrado que la actitud del padre a no dirigir a los
hijos o de ser extremadamente permisivos, contribuye a más altos niveles de
consumo de sustancias nocivas. Existen características comunes en las familias
con jóvenes adictos, como por ejemplo: las críticas continuas, las culpas, la pérdida
de confianza, y la aplicación de límites poco claros. El riesgo de consumo se
incrementa cuando la afectividad familiar es débil. También se incrementa el
riesgo en los casos donde existe violencia intrafamiliar, ruptura o discordia
entre padre y madre. Es en estos casos donde se presenta un alto riesgo de
delincuencia y de uso de sustancias nocivas, aunque no parece existir una variable
directa entre ruptura familiar y la conducta delincuencial, pero, sí influye la
conflictividad entre los miembros de la familia que suele ser más importante en
la tendencia a la delincuencia futura que la estructura familiar en sí.
Estudios sobre la violencia han puesto en evidencia que la conflictividad entre
padres y no la ruptura familiar, tiene relación directa con conductas antisociales
en los hijos.
Por todo lo anterior, los individuos que han tenido una niñez expuesta a
una alta conflictividad intrafamiliar tienen un mayor riesgo de involucrarse en
la criminalidad y en el consumo de sustancias nocivas. Vivimos en una sociedad
en riesgo.