Procesos sensoriales en el autismo
Con
anterioridad hemos abordado los temas referentes a la complejidad del
diagnóstico de autismo, se han mencionado puntos clave sobre las
características más generales y conocidas al respecto, a pesar que la
diversidad de diagnósticos se asemeja a una escala de colores por las manifestaciones
que podemos encontrar y que podemos enmarcar dentro del diagnóstico.
A
manera de complemento con la información que podemos encontrar en diferente
bibliografía, considero de gran importancia identificar y reconocer un aspecto
de mucha importancia y peso referente al diagnóstico, éste aspecto recibe el
nombre de Trastorno del procesamiento
sensorial o TPS como lo identificaremos en adelante.
Trataremos
de ejemplificar de manera sencilla lo que se entiende como TPS, imaginemos un
aparato que traduce los datos en forma de ondas de radio y los transmite
mediante una antena, ésta señal es decodificada y responde con una señal de
conexión a internet, acabamos de leer de manera sumamente sencilla, la
operación que realiza en “router” en nuestra casa distribuyendo la señal de
internet inalámbrico.
Ahora
pensemos, ¿qué sucedería si la
decodificación no se llevara de la manera esperada? ¿Podríamos conectarnos a
revisar nuestro correo?, ¿podríamos descargar nuestras canciones o programas
para nuestro ordenador?, estas y otras actividades que ahora resultan
cotidianas, serían de mucho tiempo y consumo de datos si nuestro WiFi fallara
en casa. Ante esto nos encontramos en una situación que necesitará mayor tiempo
y dedicación de nuestra parte para llevar a cabo actividades cotidianas en ésta
era digital.
Traslademos
ahora este ejemplo al tema que nos compete, un TPS con un chico o chica con
Trastorno del Espectro Autista (TEA) que presente algunas características del
trastorno. La capacidad para procesar la información que se recibe mediante los
sentidos se ve comprometida por el bajo o alto umbral de procesamiento, el
proceso de decodificación resulta complejo cada vez que se recibe un “input”
sensorial y en ocasiones puede ser abrumador.
Antes
de continuar debemos tener presente algunos términos para comprender de mejor
manera el TPS, usualmente conocemos cinco sentidos: vista, oído, tacto, gusto y olfato. Pues debemos conocer dos
sentidos más que ayudan a diferentes funciones en nuestro cuerpo, estos son: vestibular y propioceptivo. De manera
simple y sumamente resumida los explicamos a continuación.
El sistema vestibular es la parte del oído interno
y del cerebro que ayuda a controlar el equilibrio y los movimientos del ojo
(Vestibular Disorders Association, 2014). El sistema propioceptivo nos permite percibir los movimientos de las
articulaciones y de todo el cuerpo, la posición de éste o de sus partes, la
velocidad y la dirección del movimiento y percibir la fuerza generada por
nuestros músculos. Éstos sistemas de mucha importancia en nuestro desarrollo
tanto motor como cognitivo, si mi capacidad de procesar la información recibida
por medio de mis sentidos, es difícil; mi capacidad de entender cognitivamente
la información, será difícil de igual manera.
Debido
a la cercanía del trabajo de estos sistemas con el resto de funciones del
cerebro, algunas conductas pueden influir mutuamente a otras funciones
desarrolladas por el cerebro, por ejemplo la visión, los músculos, el proceso
de pensamiento y la memoria entre otras tantas funciones.
El
conocimiento de ésta información puede resultar de mucha importancia y de gran
valor al momento de observar conductas peculiares en los niños que nos rodean o
en nuestros propios hijos. A manera de referencia enumeraremos un pequeño
listado de conductas observables que puedan ser alertas relacionadas al TPS:
·
Evita
ser tocado por objetos o personas.
·
Reacciona
con respuesta de lucha o auto conservación.
·
Le
desagrada ensuciarse.
·
Reacciona
defensivamente a ciertas texturas de ropa o comida.
·
Reacciona
efusivamente al toque inesperado de otras personas.
·
Camina
de puntillas.
·
Se
resiste a utilizar zapatos, calcetines o calcetas sin importar que le queden
justos o no.
·
Puede
mostrarse insensible al dolor.
·
Se
topa constantemente con paredes u obstáculos que parecen ser fáciles de
esquivar.
·
Le
llama la atención los colores o luces brillantes y constantemente, lo busca sin
importar cómo lo obtenga, intenta recibir el estímulo.
Ante
éstas conductas y alguna otra que como adultos, consideremos que se relacione a
la obtención de información mediante nuestros sentidos y el proceso que
“normalmente” se lleva a cabo y la respuesta del niño, es muy probable que nos
enfrentemos a un TPS y resulta necesario que nos acerquemos a un profesional
que pueda orientarnos al respecto, generalmente podemos avocarnos con un
Terapista Ocupacional, que maneja temas referentes a la planificación motora y
el proceso de reconocimiento de la información obtenida mediante los sentidos.
Es con estos profesionales con quienes podemos iniciar un proceso de
intervención adecuado para nuestros hijos. El proceso también puede necesitar
de diferentes profesionales tanto de salud física como de salud mental y emocional
para aprender estrategias que contengan las respuestas des adaptativas que
puedan resultar de un TPS, pensemos en momentos de gran frustración o de
experiencias sensoriales poco agradables y difíciles de controlar.
Estas
conductas antes descritas pueden presenciarse en diferentes diagnósticos, según
Barkley (2001) entre un 60 y un 95 por ciento de personas diagnosticados con
TEA (Trastorno del Espectro Autista) presentan un TPS que puede variar entre
procesos sensoriales que necesitan de mucho y constante registro de sensaciones
percibidas por los sentidos o bien el estímulo necesita ser de mucha intensidad
o fuerza para que sea registrado por los sentidos, ante estos dos umbrales de
percepción y registro debemos encontrar al profesional adecuado para la
correcta y temprana intervención ante tan poco conocido trastorno.
Lic.
Baudilio Bracamonte
Colegiado
activo 6018
Email:
baudobraca@gmail.com
Skype:
baudilio.bracamonte
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